La nube habitada. Janusz Szuber
La nube habitada. Janusz Szuber | FronteraD
CUBIERTO CON UNA MANTA, DE ESPALDAS
Se echa de espaldas, cubierto con una manta, apaga la luz y con la misma mano comprueba si la silla de ruedas está con el freno puesto al lado de la cama, a medio metro de la mesita de noche, donde están el teléfono, un cuaderno y un bolígrafo.
La mesita había sido una banqueta regulable que pertenecía a un piano de la casa Petrof. El negro vítreo de la piel, el esmero puesto en el forro. Esto es lo que queda de ella, sin la zona del recubrimiento de piel de múltiples capas ni el sólido eje escondido en la abultada columnata central. Y quedaron dos círculos completos, aberturas horadadas de un tamaño similar, una marca doble que dejó el eje. Los círculos, superiores e inferiores, unidos por cuatro balaustres estrechados y modelados simétricamente. Los inferiores tenían además tres bolas aplastadas debajo, ahora toda la superficie descansa directamente en el suelo.
A quien anota todo esto se le ocurre pensar a veces, antes de quedarse dormido, que estaría bien que lo incineraran con lo que es aún este mueble que le acompaña desde la infancia. Lo infranqueable sería finalmente franqueado: diferente, al ser atribuido de manera exclusiva a sí mismo, a la vez se abriría recíprocamente al no-mismo.
La mesita había sido una banqueta regulable que pertenecía a un piano de la casa Petrof. El negro vítreo de la piel, el esmero puesto en el forro. Esto es lo que queda de ella, sin la zona del recubrimiento de piel de múltiples capas ni el sólido eje escondido en la abultada columnata central. Y quedaron dos círculos completos, aberturas horadadas de un tamaño similar, una marca doble que dejó el eje. Los círculos, superiores e inferiores, unidos por cuatro balaustres estrechados y modelados simétricamente. Los inferiores tenían además tres bolas aplastadas debajo, ahora toda la superficie descansa directamente en el suelo.
A quien anota todo esto se le ocurre pensar a veces, antes de quedarse dormido, que estaría bien que lo incineraran con lo que es aún este mueble que le acompaña desde la infancia. Lo infranqueable sería finalmente franqueado: diferente, al ser atribuido de manera exclusiva a sí mismo, a la vez se abriría recíprocamente al no-mismo.
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